La reciente escalada de violencia en México y Colombia ha puesto en alerta a las autoridades de ambos países, especialmente tras el uso de drones en ataques letales. Este fenómeno no solo representa un cambio en la táctica del crimen organizado, sino que también plantea serias preocupaciones sobre la seguridad nacional y la capacidad de respuesta de los gobiernos. Los cárteles mexicanos, en particular, han comenzado a adoptar técnicas de guerra que antes eran exclusivas de conflictos armados, utilizando drones para llevar a cabo ataques precisos y devastadores.
### La Transformación de la Guerra Criminal
El ataque ocurrido en Colombia, donde un dron cargado de explosivos derribó un helicóptero de la Policía Nacional, es un claro ejemplo de cómo los grupos criminales han evolucionado en su forma de operar. Este tipo de agresión, que combina tecnología civil con tácticas militares, ha sido perfeccionada por guerrillas colombianas y ahora se está replicando en México. En el estado de Michoacán, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha utilizado drones explosivos en emboscadas contra fuerzas de seguridad, lo que ha llevado a un nuevo nivel de violencia en la región.
Los expertos advierten que esta transformación en el modus operandi de los cárteles representa un desafío significativo para las fuerzas del orden. La capacidad de atacar a distancia con drones no solo reduce el riesgo para los agresores, sino que también genera un clima de terror en las comunidades afectadas. Las tácticas empleadas incluyen drones que dejan caer explosivos sobre sus objetivos y otros que son lanzados directamente, causando un impacto devastador.
La facilidad de acceso a tecnología comercial ha permitido que estos grupos criminales adapten herramientas de uso cotidiano para fines bélicos. Esta evolución ha sido facilitada por la falta de regulación internacional sobre el uso de drones, lo que ha llevado a un aumento en su utilización por parte de organizaciones criminales en diversas partes del mundo.
### Reclutamiento de Mercenarios y Cooperación Internacional
La situación se complica aún más con el reclutamiento de exmilitares colombianos por parte de cárteles mexicanos. Desde junio, tras un ataque a militares en la frontera entre Jalisco y Michoacán, las autoridades han detectado un patrón de cooptación de personal con formación militar. Este fenómeno ha llevado a la repatriación de varios colombianos que intentaban ingresar a México, muchos de los cuales afirmaron haber sido reclutados por grupos delictivos.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México ha señalado que este reclutamiento se ha intensificado, especialmente por parte del CJNG y el Cártel de Sinaloa. Las autoridades colombianas también han confirmado la detención de exmilitares y civiles con formación militar que estaban involucrados en actividades delictivas. Esta cooperación entre los dos países es crucial para enfrentar el fenómeno delictivo que ha extendido sus redes entre Colombia y México, abarcando no solo el narcotráfico, sino también la trata de personas y el tráfico de migrantes.
La creciente preocupación de Estados Unidos sobre la situación ha llevado a un llamado a la cooperación internacional para abordar estos desafíos. Las agencias de seguridad estadounidenses han advertido sobre la necesidad de fortalecer las medidas de control y regulación sobre el uso de drones, así como de implementar estrategias efectivas para desmantelar las redes de reclutamiento de mercenarios.
La transformación en la forma en que los cárteles operan, utilizando tecnología avanzada y tácticas militares, representa una amenaza no solo para México y Colombia, sino también para la estabilidad regional. La respuesta de los gobiernos debe ser integral y coordinada, abordando tanto la violencia directa como las raíces del reclutamiento y la cooperación entre grupos criminales.
En este contexto, es fundamental que se establezcan mecanismos internacionales que regulen el uso de drones y se implementen políticas efectivas para prevenir su uso en actividades delictivas. La lucha contra el crimen organizado en México y Colombia requiere un enfoque multidimensional que contemple la seguridad, la cooperación internacional y la regulación de tecnologías emergentes.