Las enfermedades cardiovasculares (ECV) se han convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública en México, no solo por su impacto en la mortalidad, sino también por las implicaciones económicas que generan tanto a nivel familiar como institucional. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de 192 mil personas perdieron la vida en 2024 debido a estas enfermedades, lo que subraya la urgencia de abordar este problema desde múltiples frentes.
### La Carga Económica de las Enfermedades Cardiovasculares
El costo asociado a la atención de las ECV es alarmante. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó que en 2024 se destinaron 22.9 mil millones de pesos para el tratamiento de pacientes con hipertensión arterial sistémica, uno de los factores de riesgo más significativos. Por su parte, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) reveló que las ECV representaron el mayor gasto hospitalario, con 4 mil 851 millones de pesos en 2024. Esta situación no solo afecta a las instituciones de salud, sino que también impacta directamente a las familias, muchas de las cuales no están preparadas para afrontar gastos tan elevados.
El cardiólogo intervencionista Manuel Gaxiola Macías ha señalado que el costo de atender un infarto no complicado puede oscilar entre medio millón y un millón de pesos, una suma que supera los ahorros de la mayoría de las familias mexicanas. Esto plantea un dilema crítico: ¿cómo pueden las personas acceder a la atención médica necesaria sin caer en la ruina financiera?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que ocho de cada diez muertes por ECV ocurren en países de ingresos bajos y medios, como México. Esto resalta la necesidad de implementar estrategias efectivas de prevención y tratamiento que no solo sean accesibles, sino también sostenibles a largo plazo.
### Factores de Riesgo y Prevención
Los factores de riesgo que contribuyen a la aparición de enfermedades cardiovasculares son variados y complejos. Según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial, el colesterol elevado y la diabetes mellitus son algunos de los principales factores que predisponen a la población a desarrollar estas enfermedades. En particular, el tabaquismo tiene una incidencia del 19.5%, mientras que la obesidad afecta al 36.9% de la población. Estos datos indican que la prevención debe ser una prioridad en la agenda de salud pública.
El diagnóstico temprano de las ECV sigue siendo un reto significativo. Muchos pacientes tienden a normalizar los síntomas y solo buscan atención médica en etapas avanzadas de la enfermedad. Gaxiola advierte que las ECV no solo amenazan la vida, sino que también pueden robar la calidad de vida de quienes las padecen. Las limitaciones físicas y la necesidad de planificar cuidados médicos pueden afectar drásticamente la rutina diaria de los pacientes.
La Sociedad Mexicana de Cardiología ha enfatizado la importancia de adoptar medidas preventivas. Entre estas se incluyen la revisión regular de la presión arterial, el mantenimiento de una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y proteínas magras, la reducción del consumo de sal, la práctica de al menos 30 minutos de ejercicio diario y la eliminación del tabaco y el alcohol. Estas acciones no solo ayudan a prevenir las ECV, sino que también contribuyen a mejorar la salud general de la población.
En un contexto donde las nuevas generaciones están optando por no tener hijos, el futuro plantea un desafío adicional. Gaxiola señala que, sin redes de apoyo, los adultos mayores podrían enfrentar la carga de las ECV sin la capacidad financiera o emocional para lidiar con ella. Esto hace que la prevención sea aún más urgente, no solo para la salud individual, sino también para el bienestar de la sociedad en su conjunto.
La educación y la concienciación son herramientas clave en la lucha contra las ECV. Es fundamental que la población esté informada sobre los riesgos y las medidas preventivas que pueden tomar. Las campañas de salud pública deben centrarse en la promoción de estilos de vida saludables y en la importancia de la atención médica preventiva.
La colaboración entre el sector público y privado también es esencial para abordar este problema de manera integral. Las instituciones de salud deben trabajar en conjunto con organizaciones no gubernamentales y la comunidad para desarrollar programas que faciliten el acceso a la atención médica y la educación sobre salud cardiovascular.
En resumen, las enfermedades cardiovasculares representan un desafío significativo para México, tanto en términos de salud pública como de carga económica. La combinación de factores de riesgo, la falta de diagnóstico temprano y los altos costos de tratamiento requieren una respuesta coordinada y efectiva. La prevención, la educación y la colaboración son fundamentales para enfrentar esta crisis y mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos.