El feminicidio de Lilia Alejandra Andrade, ocurrido hace más de 24 años, ha resurgido en la esfera pública tras ser presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Este caso emblemático no solo representa la lucha de una madre por justicia, sino que también pone de manifiesto las deficiencias del sistema judicial mexicano y la necesidad urgente de reformas que protejan a las mujeres y a sus familias.
La historia de Lilia Alejandra Andrade comenzó el 14 de febrero de 2001, cuando su madre, Norma Andrade, reportó la desaparición de su hija de 17 años. Una semana después, el cuerpo de Lilia fue encontrado con signos evidentes de violencia y abuso sexual. Desde entonces, la familia ha enfrentado un largo camino de impunidad y frustración. A pesar de que se han abierto múltiples líneas de investigación, el caso ha permanecido sin resolución, lo que ha llevado a la familia a buscar justicia en instancias internacionales.
### La Larga Lucha por Justicia
La presentación del caso ante la CIDH es un paso significativo en la búsqueda de justicia para Lilia Alejandra. Norma Andrade ha sido una voz incansable en la lucha por el reconocimiento de la responsabilidad del Estado mexicano en la muerte de su hija. A lo largo de los años, ha denunciado la falta de avances en la investigación y la incapacidad de las autoridades para proporcionar respuestas claras y efectivas.
A pesar de que actualmente hay una persona detenida en relación con el feminicidio, Norma sostiene que no existen pruebas suficientes que lo vinculen directamente con el caso de su hija. La falta de pruebas de ADN y la decisión de cerrar líneas de investigación sin un sustento jurídico han sido puntos críticos en la denuncia de la familia. La abogada Karla Michel Salas, quien representa a Norma, ha señalado que las deficiencias en la investigación reflejan problemas estructurales en el sistema judicial, incluyendo la falta de capacitación de las autoridades y un manejo político que prioriza la fabricación de culpables sobre la búsqueda de la verdad.
La lucha de Norma no solo se centra en obtener justicia para su hija, sino también en garantizar que otros casos similares no queden en la impunidad. La presentación del caso ante la CIDH busca sentar un precedente que obligue al Estado a asumir su responsabilidad en la protección de las mujeres y a implementar políticas públicas que prevengan la violencia de género.
### Un Llamado a la Acción y a la Memoria
El caso de Lilia Alejandra Andrade es un recordatorio de la violencia sistemática que enfrentan las mujeres en México, especialmente en lugares como Ciudad Juárez, donde el feminicidio ha alcanzado niveles alarmantes. En los primeros meses de 2025, se reportaron asesinatos de mujeres por razones de género, lo que subraya la urgencia de abordar este problema desde una perspectiva integral.
Norma Andrade ha enfatizado la importancia de que el Estado reconozca a los hijos de Lilia, Jade y Caleb, como víctimas indirectas de este delito. A medida que crecen, la familia busca que se reconozcan sus derechos y se les brinde el apoyo necesario para superar la tragedia que han vivido. La lucha de Norma no es solo por su hija, sino por todas las mujeres y niños que han sido afectados por la violencia de género en el país.
La defensa de Norma y su equipo legal también abogan por la creación de leyes que protejan a los huérfanos de feminicidio, buscando que se tipifique el feminicidio sistémico y que se establezcan mecanismos de protección para los menores que quedan en situaciones vulnerables. Este enfoque no solo busca justicia para Lilia, sino que también pretende generar un cambio en la política pública que beneficie a todas las mujeres y familias afectadas por la violencia de género.
La lucha por justicia en el caso de Lilia Alejandra Andrade es un ejemplo de la resiliencia de las familias que enfrentan la impunidad y la violencia. La presentación del caso ante la CIDH es un paso crucial en la búsqueda de justicia, pero también es un llamado a la sociedad para que no olvide a las víctimas de feminicidio y para que exija un cambio real en el sistema judicial. La memoria de Lilia Alejandra y de tantas otras mujeres debe ser honrada a través de acciones concretas que garanticen su protección y la de futuras generaciones.