Las lluvias de este año han vuelto a poner en jaque a los habitantes de Chalco, un municipio que ha sufrido recurrentes inundaciones debido a la falta de infraestructura adecuada. Las colonias Jacalones y Culturas de México se han visto especialmente afectadas, con calles anegadas que se mezclan con aguas residuales, creando un ambiente insalubre y peligroso para sus residentes. Esta situación no es nueva; en el periodo entre agosto y noviembre de 2024, estas mismas áreas ya habían enfrentado un colapso del colector Solidaridad, lo que dejó a los habitantes con pérdidas significativas y un sentimiento de abandono por parte de las autoridades.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua), bajo la dirección de Efraín Morales López, ha prometido que las obras para un nuevo colector estarán finalizadas en una semana. Sin embargo, los habitantes de Chalco han expresado su escepticismo, ya que las obras no se han realizado con la rapidez necesaria para evitar que la situación se repita. La indignación de los pobladores es palpable, especialmente porque han visto cómo sus quejas han sido ignoradas durante décadas. La historia de Chalco es una de negligencia y abandono, donde las promesas de las autoridades suelen llegar solo en tiempos electorales.
La geografía de Chalco, asentada en la zona más baja de lo que fue el lago de Chalco, agrava aún más la situación. Durante la segunda mitad del siglo XX, millones de personas se trasladaron a esta área en busca de mejores oportunidades, pero la falta de planificación urbana ha llevado a un crecimiento desordenado. Este crecimiento ha sido alimentado por la voracidad de fraccionadores ilegales que han despojado a los campesinos de sus tierras, convirtiéndolas en lotificaciones sin ningún tipo de regulación. En la última década, más del 80% de las tierras agrícolas de la cuenca sur de Chalco han sido destruidas, lo que no solo afecta la producción de alimentos, sino que también contribuye a la crisis de inundaciones.
La expansión descontrolada de la mancha urbana es una de las causas fundamentales de las inundaciones. Al cubrir el suelo con cemento y asfalto, se impide la filtración del agua de lluvia, lo que aumenta el riesgo de encharcamientos en las zonas más vulnerables. Este ciclo de destrucción y negligencia se ve agravado por la corrupción que permite que estas prácticas ilegales continúen. Los labradores han denunciado que estos robos de tierras ocurren con la complicidad de autoridades locales, lo que añade una capa de desesperación a la situación.
Es evidente que las autoridades deben actuar con rapidez y eficacia para abordar esta crisis. No solo es necesario completar las obras hidráulicas que se han prometido, sino que también se deben implementar acciones de emergencia para ayudar a los damnificados. Esto incluye programas de apoyo para aquellos que han perdido sus pertenencias y un compromiso real para combatir la corrupción que perpetúa esta catástrofe recurrente. La situación en Chalco es un recordatorio de que la falta de atención a las necesidades de la población puede tener consecuencias devastadoras.
Además, es crucial que los ciudadanos se organicen y exijan sus derechos. La historia ha demostrado que la movilización social puede ser un motor de cambio. Los habitantes de Chalco deben unirse para exigir a las autoridades que cumplan con sus promesas y que se tomen medidas efectivas para prevenir futuras inundaciones. La participación activa de la comunidad es fundamental para garantizar que sus voces sean escuchadas y que se tomen en serio sus preocupaciones.
La tragedia de Chalco no debe repetirse. La combinación de un crecimiento urbano descontrolado, la corrupción y la falta de infraestructura adecuada ha llevado a una crisis que afecta la vida de miles de personas. Es hora de que las autoridades tomen medidas decisivas y que los ciudadanos se conviertan en agentes de cambio. Solo así se podrá construir un futuro más seguro y sostenible para Chalco y sus habitantes.