La situación en Gaza ha alcanzado niveles críticos, especialmente para los jóvenes que ven cómo sus sueños de educación se desvanecen en medio de la devastación. La guerra ha dejado a una generación de estudiantes sin acceso a escuelas, y muchos de ellos ahora se enfrentan a la dura realidad de la escasez de alimentos. La historia de Maha Ali, una estudiante de 26 años, es un reflejo de esta trágica transformación. Antes aspiraba a ser periodista y contar la historia de su pueblo, pero ahora su única preocupación es encontrar comida. La Universidad Islámica, donde solía estudiar, se ha convertido en un refugio para desplazados, un símbolo de la pérdida de oportunidades educativas en la región.
La devastación en Gaza es alarmante. Según informes, 293 de las 307 escuelas han sido destruidas total o parcialmente, lo que ha llevado al ministro de Educación palestino, Amjad Barham, a acusar a Israel de una «destrucción sistemática» de las instituciones educativas. Esta situación ha dejado a más de 60,000 personas muertas desde que comenzó el conflicto, y la infraestructura educativa ha sufrido daños irreparables. La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas ha señalado que el 97% de las instalaciones educativas han sufrido algún tipo de daño, y el 91% necesita una rehabilitación significativa o una reconstrucción completa.
La vida de los estudiantes en Gaza se ha transformado drásticamente. Yasmn al-Za’aneen, de 19 años, recuerda cómo su vida académica se detuvo abruptamente. Sentada en una tienda de campaña, clasifica libros que han sobrevivido a los ataques, reflexionando sobre el esfuerzo que había puesto en sus estudios. «Todo lo que había construido, todo lo que había hecho, en cuestión de segundos desapareció», dice. Esta pérdida no solo se mide en términos de educación, sino también en la destrucción de sueños y aspiraciones.
La situación se complica aún más por las restricciones impuestas por las autoridades israelíes, que limitan la entrada de suministros educativos en Gaza. Esto ha dificultado la posibilidad de que los estudiantes continúen su educación, lo que a su vez socava la calidad de las intervenciones humanitarias. La falta de recursos y la destrucción de las escuelas han llevado a muchos jóvenes a perder la esperanza de un futuro mejor.
El conflicto entre Israel y Hamás ha dejado a la población civil atrapada en una situación desesperada. La violencia ha llevado a la muerte de miles de personas y ha dejado a muchos más en condiciones de desplazamiento y sufrimiento. La comunidad internacional ha hecho llamados para poner fin a la violencia, pero hasta ahora, los esfuerzos por lograr un alto el fuego han fracasado. La falta de un acuerdo ha llevado a Israel a planear nuevas ofensivas, lo que genera más incertidumbre y miedo entre los habitantes de Gaza.
La historia de Saja Adwan, otra estudiante de 19 años, ilustra aún más la tragedia que enfrentan los jóvenes en Gaza. Ella vive en una escuela convertida en refugio con su familia y recuerda cómo su hogar fue bombardeado. Sus libros y materiales de estudio han desaparecido, y para mantenerse ocupada, toma notas en los pocos documentos que le quedan. «Allí estaban todos mis recuerdos, mis ambiciones, mis metas. Era una vida para mí», dice, lamentando la pérdida de su entorno educativo y la estabilidad que una vez tuvo.
La situación en Gaza es un recordatorio de la fragilidad de la paz y la educación en contextos de conflicto. La guerra no solo destruye edificios, sino que también arrasa con las esperanzas y sueños de una generación entera. La comunidad internacional debe prestar atención a esta crisis y trabajar hacia soluciones que permitan a los jóvenes de Gaza recuperar su derecho a la educación y a un futuro mejor. La educación es un pilar fundamental para la reconstrucción de cualquier sociedad, y sin ella, el ciclo de violencia y desesperanza continuará perpetuándose en la región.