En una manifestación masiva que tuvo lugar en Washington D.C., miles de residentes, incluidos migrantes indocumentados y partidarios de Palestina, se unieron para exigir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el retiro inmediato de la Guardia Nacional de las calles de la capital. La marcha, que resonó con consignas como «Todos somos DC» y «Resistamos la tiranía», se llevó a cabo en un contexto de creciente tensión política y social en el país. Los manifestantes denunciaron lo que consideran un régimen autoritario y la militarización de la ciudad, argumentando que estas acciones son una amenaza a la democracia y a los derechos civiles.
La protesta se produjo en un momento en que la Casa Blanca había desplegado tropas de la Guardia Nacional bajo el pretexto de «restablecer la ley y el orden» en respuesta a un aumento percibido en la criminalidad. Sin embargo, los datos del Departamento de Justicia revelan que los delitos violentos en Washington alcanzaron su nivel más bajo en 30 años, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la necesidad de tales medidas. Alex Laufer, un manifestante, expresó su preocupación por la ocupación militar de la ciudad, afirmando que «necesitamos sacar a la policía federal y a la Guardia Nacional de nuestras calles».
La Guardia Nacional, que normalmente responde a los gobernadores de los estados, en el caso de Washington D.C. reporta directamente al presidente. Este despliegue ha sido criticado por muchos como una extralimitación de poder, y los opositores a Trump han calificado sus acciones como un intento de establecer un control autoritario sobre la capital. Casey, otra manifestante, advirtió que lo que está ocurriendo en Washington podría ser un precedente peligroso para otras ciudades del país, sugiriendo que si se tolera esta militarización, podría extenderse a otras áreas.
Mientras tanto, el presidente Trump utilizó sus redes sociales para burlarse de la situación, compartiendo una parodia de la película «Apocalipsis ahora» que generó controversia y rechazo entre los demócratas. En su publicación, Trump insinuó un próximo despliegue militar en Chicago, lo que provocó una reacción inmediata de líderes locales, quienes denunciaron sus comentarios como una amenaza a la paz y la seguridad de la ciudad. El gobernador de Illinois, JB Pritzker, se comprometió a luchar contra el despliegue de la Guardia Nacional en su estado, afirmando que «Illinois no se dejará intimidar por un aspirante a dictador».
La situación en Chicago también es tensa, ya que las comunidades se preparan para posibles redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Ante el anuncio de que las redadas comenzarían, varios eventos programados para conmemorar el Día de la Independencia de México fueron cancelados como medida preventiva. La retórica incendiaria de Trump, que incluyó comentarios sobre «el olor de las deportaciones por la mañana», ha intensificado el clima de miedo y ansiedad entre las comunidades migrantes.
La militarización de Washington D.C. y las amenazas de acciones similares en otras ciudades han generado un debate nacional sobre el uso de la fuerza federal y la protección de los derechos civiles. Los críticos argumentan que estas acciones son un intento de desviar la atención de los problemas internos del país y de consolidar el poder en manos del presidente. La respuesta de los líderes locales y de los manifestantes sugiere que hay una creciente resistencia a lo que muchos consideran un abuso de poder.
A medida que la situación continúa desarrollándose, es evidente que las tensiones entre el gobierno federal y las comunidades locales están en un punto álgido. La respuesta de los ciudadanos, que se han movilizado en grandes números para expresar su descontento, refleja un deseo de proteger la democracia y los derechos civiles en un momento en que muchos sienten que están bajo amenaza. Las próximas semanas serán cruciales para determinar el rumbo de estas tensiones y la respuesta del gobierno a las demandas de los ciudadanos.