La reunificación de Alemania, que se materializó el 3 de octubre de 1990, marcó un hito en la historia europea. Sin embargo, a 35 años de este acontecimiento, las cicatrices de la división entre el Este y el Oeste siguen siendo visibles. A pesar de los avances en términos de infraestructura y desarrollo económico, las disparidades entre ambas regiones persisten, generando un clima de descontento y desafección hacia la democracia liberal. Este artículo explora las contradicciones que aún marcan la vida en Alemania, así como las implicaciones de su política exterior en el contexto actual.
La reunificación fue celebrada como un triunfo de la democracia y la libertad, pero la realidad económica ha demostrado ser más compleja. Según datos recientes, el PIB per cápita de los länder orientales, excluyendo Berlín, se situó en un 72% del de las provincias occidentales en 2024. Esta cifra es un reflejo de las profundas desigualdades que aún persisten. Los salarios en el Este son un 15% más bajos que en el Oeste, y la riqueza promedio por hogar es notablemente inferior: 170,000 euros en el Este frente a 364,000 euros en el Oeste. Estas diferencias no solo son económicas, sino que también se traducen en una sensación de ciudadanía de segunda clase para muchos habitantes del Este.
### Desigualdades Persistentes y Descontento Social
La narrativa del «Aufschwung Ost» (auge oriental) ha sido utilizada para describir el progreso en la región, pero muchos críticos argumentan que este relato oculta las realidades más duras. La tasa de propiedad de vivienda en el Este es del 29%, en comparación con el 45% en el Oeste, lo que indica que la economía de mercado no ha logrado igualar las oportunidades para todos los alemanes. En lugar de cerrar las brechas, la reunificación ha instaurado un tipo de colonialismo interno, donde las promesas de inclusión y prosperidad han quedado incumplidas.
Este descontento se ha manifestado en el ámbito político. En las elecciones regionales de 2024, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) se consolidó como una fuerza dominante en el Este, reflejando un creciente apoyo a ideologías que prometen soluciones simplistas a problemas complejos. En las elecciones federales de febrero de 2025, el AfD obtuvo el 20.8% del voto nacional, con cifras superiores al 30% en varios länder orientales. Este fenómeno es un síntoma de un proceso de integración social que aún está lejos de completarse.
La falta de atención a las inequidades económicas ha llevado a un aumento en la polarización política. La respuesta del gobierno alemán ha sido reformar la Constitución y aumentar el gasto militar, en lugar de abordar las raíces de la desigualdad. En 2024, Alemania alcanzó por primera vez la meta de gasto militar de la OTAN, y se proyecta un aumento aún mayor en el presupuesto de 2025. Este enfoque ha generado preocupación, ya que se alinea con una tendencia global hacia el rearme en un contexto de creciente inestabilidad política.
### Implicaciones de la Política Exterior Alemana
La política exterior de Alemania también ha sido objeto de críticas, especialmente en relación con su apoyo a Israel. Alemania se ha convertido en el principal proveedor europeo de armamento a Israel, lo que ha suscitado un debate sobre la ética de este apoyo en el contexto de las violaciones de derechos humanos. Entre 2019 y 2023, aproximadamente el 30% de las importaciones israelíes de armas provinieron de Alemania, solo superadas por Estados Unidos. Este apoyo ha sido cuestionado incluso dentro de la Unión Europea, donde la postura proisraelí de Berlín ha generado tensiones.
El compromiso de Alemania con la memoria histórica del Holocausto y su política de «nunca más» se ven amenazados por un alineamiento estratégico que normaliza la lógica de guerra en Europa. La historia de la devastación que sufrió la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, con millones de muertes, debería servir como un recordatorio de la importancia de la prudencia y el liderazgo civil en la política internacional. Sin embargo, la creciente militarización y el apoyo a regímenes cuestionables ponen en riesgo estos principios.
A medida que Alemania conmemora 35 años de reunificación, es crucial que el país reflexione sobre su pasado y su futuro. La promoción de políticas que aborden las desigualdades económicas y sociales en el Este, junto con una postura firme contra las violaciones de derechos humanos en el ámbito internacional, sería un paso significativo hacia una verdadera reunificación. La historia no debe repetirse, y la memoria de los horrores del pasado debe guiar las decisiones del presente y del futuro.