La reciente tragedia ocurrida en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH-Sur) ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de revisar y reforzar los protocolos de seguridad en las instituciones educativas. Este incidente, que dejó a un estudiante gravemente herido y a otro con lesiones tras un ataque violento, ha generado un clamor entre la comunidad estudiantil por un entorno más seguro y protegido. La situación no solo resalta la vulnerabilidad de los estudiantes, sino también la ineficacia de los mecanismos de seguridad establecidos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El ataque, perpetrado por un alumno encapuchado, ha dejado una estela de preocupación y rabia en la comunidad universitaria. La respuesta del personal administrativo, quien logró desarmar al agresor, pone en evidencia la falta de preparación y recursos del cuerpo de vigilancia de la UNAM. Este hecho ha suscitado un debate sobre la autonomía universitaria y su relación con la seguridad pública, así como la responsabilidad de las autoridades educativas en la protección de sus estudiantes.
La autonomía universitaria es un principio fundamental que permite a las instituciones educativas gestionar sus propios asuntos sin interferencias externas. Sin embargo, este principio no debe ser interpretado como un escudo que impida la intervención de las autoridades de seguridad pública en situaciones de emergencia. La negativa a permitir la entrada de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) durante el incidente es un claro ejemplo de cómo la confusión entre autonomía y extraterritorialidad puede tener consecuencias fatales.
### La Necesidad de Revisión de Protocolos de Seguridad
El rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, ha reconocido la necesidad de revisar los protocolos de seguridad en el CCH-Sur y otros planteles. Esta revisión es esencial para garantizar que los estudiantes puedan asistir a clases sin temor a ser víctimas de violencia. Sin embargo, las medidas propuestas deben ser más que una simple respuesta a la crisis; deben ser parte de un enfoque integral que contemple la seguridad como un derecho fundamental de todos los estudiantes.
La implementación de medidas de seguridad efectivas debe incluir la capacitación del personal de vigilancia, la instalación de sistemas de monitoreo y la creación de un protocolo claro de actuación en caso de emergencias. Además, es crucial fomentar una cultura de denuncia y apoyo entre los estudiantes, donde se sientan seguros al reportar cualquier incidente de violencia o acoso.
La comunidad estudiantil ha expresado su descontento ante la falta de acción y la ineficacia de los mecanismos de seguridad actuales. La sensación de desprotección es palpable, y es imperativo que las autoridades universitarias escuchen estas voces y actúen en consecuencia. La seguridad no debe ser vista como un gasto, sino como una inversión en el bienestar y desarrollo de los estudiantes.
### La Autonomía Universitaria y su Interpretación
La autonomía universitaria es un concepto que ha sido defendido y valorado en el contexto académico. Sin embargo, es fundamental entender que esta autonomía no debe ser un pretexto para eludir la responsabilidad de garantizar la seguridad de los estudiantes. La UNAM, como máxima casa de estudios, tiene la obligación de crear un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje.
La confusión entre autonomía y extraterritorialidad ha llevado a situaciones en las que las autoridades universitarias se sienten por encima de la ley. Este enfoque puede resultar perjudicial, ya que no solo pone en riesgo a los estudiantes, sino que también socava la confianza en las instituciones educativas. La colaboración entre las autoridades universitarias y las de seguridad pública es esencial para abordar de manera efectiva los problemas de violencia en los campus.
Es importante que la comunidad universitaria, incluidos estudiantes, profesores y administrativos, se comprometan a trabajar juntos para crear un entorno seguro. Esto implica no solo la implementación de medidas de seguridad, sino también la promoción de una cultura de respeto y tolerancia. La educación en valores y la sensibilización sobre la violencia son aspectos que deben ser parte integral del currículo académico.
La reciente tragedia en el CCH-Sur debe ser un llamado a la acción para todos los involucrados en la educación superior. No se puede permitir que la violencia se normalice en los espacios educativos. La seguridad de los estudiantes debe ser una prioridad, y las instituciones deben estar dispuestas a adaptarse y evolucionar para garantizar un entorno seguro y propicio para el aprendizaje. La revisión de los protocolos de seguridad es solo el primer paso; se requiere un compromiso continuo para abordar las causas subyacentes de la violencia y promover un cambio cultural en las instituciones educativas.