La gestión de desastres naturales en México ha sido un tema de gran relevancia en los últimos años, especialmente tras la extinción del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) en 2021. Este cambio ha generado un debate sobre la eficacia de los mecanismos de apoyo ante emergencias y la necesidad de una respuesta más ágil y transparente. La secretaria de Anticorrupción y Buen Gobierno, Raquel Buenrostro, ha sido una de las voces más críticas respecto a la antigua estructura del Fonden, argumentando que se había convertido en un lastre burocrático que obstaculizaba la atención rápida a las emergencias.
La creación del Fonden en 1996 fue un intento de establecer un sistema que permitiera a los gobiernos federal y estatales responder a desastres naturales. Sin embargo, desde su inicio, las reglas de operación del fideicomiso fueron consideradas ineficientes. La dependencia de aportaciones de los gobiernos estatales o municipales para activar los recursos federales generaba retrasos significativos en la entrega de apoyos. Según Buenrostro, los trámites podían tardar hasta 120 días, lo que resultaba en que la ayuda llegara cuando ya había pasado la emergencia.
A lo largo de los años, se hicieron intentos por mejorar la situación. En 2010, se modificaron las reglas para permitir que la Federación aportara hasta el 50% de los recursos sin requerir la participación de los estados o municipios. Sin embargo, la estructura seguía siendo inoperante y no lograba cumplir con su objetivo principal: la atención oportuna a la población afectada. La opacidad en el manejo de los recursos también fue un factor crítico. Buenrostro mencionó casos emblemáticos de irregularidades en el uso de los fondos en estados como Veracruz y Tabasco, donde se detectaron desvíos y mal uso de los recursos destinados a la atención de desastres.
Uno de los ejemplos más alarmantes fue el sismo de 2017, donde, a pesar de los millonarios recursos ejercidos, solo se logró reconstruir el 35% de las viviendas afectadas. Esto pone de manifiesto la ineficacia del sistema anterior y la necesidad de un cambio radical en la forma en que se manejan las emergencias en el país. La secretaria enfatizó que el Fonden era un mecanismo más reactivo que preventivo, con altos costos y exceso de burocracia, lo que limitaba su efectividad.
Con la extinción del Fonden, el gobierno ha implementado un nuevo modelo de atención ante emergencias que busca ser más ágil y transparente. Según Buenrostro, los apoyos ahora se entregan directamente a la población afectada, lo que permite una respuesta más rápida y efectiva. Las obras prioritarias se inician en cuestión de días, en lugar de meses, lo que representa un avance significativo en la gestión de desastres. Este nuevo enfoque no solo busca mejorar la eficiencia en la atención a emergencias, sino también garantizar que los recursos se utilicen de manera adecuada y transparente.
La transformación en la gestión de emergencias en México es un tema que merece atención y análisis. La extinción del Fonden ha abierto la puerta a un nuevo modelo que, aunque aún está en proceso de implementación, promete ser más efectivo en la atención a la población afectada por desastres naturales. La transparencia y la rapidez en la entrega de apoyos son aspectos fundamentales que se están priorizando en este nuevo enfoque, lo que podría marcar un cambio significativo en la forma en que el país enfrenta las crisis provocadas por fenómenos naturales.
La importancia de una gestión eficiente de desastres no puede subestimarse. Los desastres naturales son eventos que pueden tener un impacto devastador en las comunidades, y la capacidad de respuesta del gobierno es crucial para mitigar esos efectos. La experiencia acumulada en años anteriores, marcada por la burocracia y la opacidad, ha llevado a la necesidad de un cambio radical en la forma en que se manejan estos fondos. La nueva estrategia del gobierno busca no solo mejorar la eficiencia, sino también restaurar la confianza de la población en las instituciones encargadas de la gestión de emergencias.
La implementación de un modelo más directo y transparente en la entrega de apoyos es un paso hacia adelante. Sin embargo, es fundamental que se mantenga un seguimiento constante para asegurar que los recursos se utilicen de manera adecuada y que se eviten los errores del pasado. La participación activa de la sociedad civil y la vigilancia de organismos independientes también serán claves para garantizar que este nuevo sistema funcione de manera efectiva.
En resumen, la extinción del Fonden y la implementación de un nuevo modelo de atención ante emergencias representan una oportunidad para mejorar la gestión de desastres en México. La rapidez y la transparencia en la entrega de apoyos son aspectos que se están priorizando, y aunque el camino por recorrer es largo, los cambios realizados hasta ahora son un indicativo de que se está avanzando hacia un sistema más eficiente y responsable. La experiencia de los últimos años debe servir como lección para construir un futuro en el que la atención a las emergencias sea una prioridad y donde la población pueda confiar en que recibirán el apoyo necesario en momentos críticos.
